Los creadores sevillanos participantes en esta tercera edición de Artifariti han generado con sus trabajos vías de expansión desde lo artístico a lo social Lo que fuera la antigua colonia española del Sahara Occidental ahora está dividida en dos por un extensísimo muro de 2.700 kilómetros. Dos terceras partes de esa tierra, las más fértiles y ricas, están ocupadas por los marroquíes, que tras comprar la región a los españoles expulsaron a sus legítimos habitantes hasta las zonas más desérticas y obligaron a los saharauis a guarecerse en campos de refugiados provisionales levantados en el sur de Argelia. Después de más de treinta años, el conflicto sigue sin resolverse. En 1992 debía haberse celebrado el esperado referéndum de autodeterminación, pero nunca se llevó a cabo. La ciudad elegida fue Tifariti, una población emblemática como símbolo de la resistencia por haber sufrido algunos de los bombardeos más execrables durante la lucha armada. Para que los niños de todos los saharauis convocados en esas fechas pudiesen seguir yendo a clase los días que durasen las elecciones, se construyó una inmensa escuela que sigue en pie. Este representativo colegio, donde se desarrollan las asambleas del parlamento, se ha convertido en la sede de Artifariti, los Encuentros Internacionales de Arte en Territorios Liberados del Sahara Occidental que cada año reúnen a decenas de artistas de todo el mundo.
Organizada por la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Sevilla en colaboración con el Ministerio de Cultura de la RASD, esta cita crece cada año en calidad y repercusión. Enarbolando la cultura como herramienta constructiva capaz de unir a los pueblos y hermanar a las personas, este proyecto pretende combatir desde el arte la falta de compromiso de la comunidad internacional ante una realidad que parece no importarle.
Respecto a la participación de los artistas sevillanos en esta tercera edición, hay que reseñar ante todo su nivel de compromiso, muy firme, y la capacidad de sus trabajos para generar vías de expansión desde lo artístico a lo social. Subrayar la extraordinaria aceptación de la ropa estampada con mensajes políticos producida por Alonso Gil, que ha calado con fuerza en la mayoría de los estratos de población, desde militares y jóvenes hasta señoras mayores. En esta misma línea se incluye también el taller Entretelas impartido por Esther Regueira y Mª Angustias García, que han enseñado a coser a un grupo de mujeres del lugar. La idea es crear una cooperativa que sea capaz de comercializar sus propias prendas. De hecho, a raíz de las dos propuestas se ha establecido la marca Sahara Libre Wear -que se presenta precisamente esta misma semana en la Editions/Artists’ Books Fair de Nueva York-, un distintivo que ambiciona generar ganancias a medio plazo que repercutan en beneficio de la comunidad y además ayude a empatizar con la causa saharaui. Federico Guzmán ha realizado para esta ocasión el Tikit de la Baraka (la choza de la fortuna), una especie de jaima elaborada con hojas de palmera aprovechable como lugar de encuentro, reunión y descanso. Ramón David Morales ha enseñado a un grupo de jóvenes a pintar y el conjunto musical Moakara ha impartido conciertos gratuitos para los asistentes.
Después de compartir experiencias durante varios días con los implicados y ver cómo desarrollaban sus trabajos, lo más significativo es la constatación de haber formado parte de una auténtica utopía de la proximidad tal como la entiende Nicolas Bourriaud, un ejercicio mayúsculo de estética relacional. Absorbidos por la sociedad del espectáculo en un mundo cada vez más artificial y menos humano, un paisaje donde las relaciones entre los individuos ya no son vividas directamente sino a través de sucedáneos tecnológicos, encontrarse de pronto sin referencias habituales como el dinero, el móvil, el agua corriente o la electricidad nos retrotrae a una situación primaria donde lo único que prevalecen son los intercambios sociales básicos. Ésa es la gran virtud de Artifariti, obligarnos a cohabitar en solidaridad y hacernos entender que los seres humanos nos necesitamos los unos a los otros. Afortunadamente, tal como lo consideraba Aristóteles, somos animales cívicos que encontramos nuestra razón de ser en la colectividad.
III Encuentros Internacionales de Arte en Territorios Liberados del Sahara Occidental.
Sema D`Acosta.
Fotografía Pepe Caparrós. Extraído del Diario de Sevilla.